QUERIDO AMIGO

Querido amigo:

cuando recibas esta carta estaré sentado en mi pequeño planeta. Mi hermosa rosa se estirará desde su parterre y esbozará una sonrisa tan solo como ella es capaz de hacerlo, ¡qué hermosa es!

Sigo deshollinando mis volcanes, no sea que algún día entren en erupción y sigo manteniendo a raya a mis baobabs. La vida en el Asteroide B612 sigue siendo apacible y tranquila.

Hace mucho tiempo que dejé tu hermoso planeta y echo de menos sus puestas de sol, sus amaneceres, el sabor de la comida recién cocinada y la frescura del agua cuando tengo sed. Y sobre todo echo de menos a aquel zorro que supo domesticarme y a vosotros, los humanos, que sois capaces de realizar tan hermosas y a la vez tan oscuras cosas.

Mi carta es para invitaros a un viaje especial. Me gustaría que fuerais capaces de conocerme y a la vez de conoceros. Es por eso que os invito a adentraros en mi mundo. Un mundo pequeño, hecho a mi medida. Os invito a leer y os invito a comunicaros conmigo. Recibiréis mis cartas a medida que leáis el libro, a las que espero contestación.

Disfrutad de la lectura, como yo disfruto de mis numerosas puestas de sol.

Un saludo.

El Principito.

lunes

RESPUESTAS A LA NOVENA CARTA

Querido Principito:
lo que más me ha gustado de tu historia fue cuando conociste a tu rosa porque la cuidaste y hacías todo lo que ella te decía, que necesitaba un biombo tú le traías un biombo, que quería que la regaras, tú la regabas y que tenía frío por la noche y necesitaba una campana, tú le ponías una campana de cristal cada noche.
El personaje que más me ha gustado es la rosa porque era muy bella, tenía los pétalos rosas, el tallo verde con cuatro picos. Por lo bella que era te enamoraste de ella nada más que nació y como te dijo que como ella no había nadie y te encontraste con muchas iguales. Te enfadaste con ella, pero como te dijo el zorro que lo esencial es invisible a los ojos, la perdonaste.
Hasta siempre, Principito.

Silvia.


Querido Principito:
a mí lo que  más me ha gustado de tu historia es cuando te hiciste amigo del zorro. Y el personaje que más me ha parecido es la serpiente, porque contigo se portaba muy  bien, pero cuando te mordió y te pasó todo el veneno para tu cuerpo entonces desde ese episodio me pareció muy extraña la serpiente.
Un saludo.

Celia.

Estimado Principito:
Yo soy David. Y no quiero que esta historia llegue a su final por eso te voy a tener siempre en mi corazoncillo. Y si algún día llego a decir que este cuento no es cierto te intentaré recordar, bueno empezaré por ti. Lo que más me ha gustado es cuando ponías en orden tu pequeño planeta el asteroide B612. Pero la cosa que menos me ha gustado ha sido cuando dejaste a tu amada rosa solita. Creo que ya te he respondido a todo. ¡Ah, no! Me falta una cosa, me falta el personaje más extraño, bueno, para mí el personaje más extraño ha sido el borracho que bebía para olvidar que bebía.
Un besazo para ti y para tu rosa.
Adiós.
Tu amigo David.

Como dices tú esto ha llegado a su fin. Esta vez lo que me has pedido es difícil, no sé como decirte el momento que
más me ha gustado.Pero solo sé que uno de los mas lindos, ha sido cuando te encontraste con el borracho, porque 
él bebía para olvidar , y uno de los personajes que más extraño me ha parecido era el hombre de los negocios porque contaba  todas las estrellas y decía que como él las contaba a él le pertenecían, que egoísta .Lamento mucho  despedirme y  sepas que EL PRINCIPITO ha sido uno de los mejores libros que he leído

UN BESITO ANGELA.


Querido Principito:
Lo que más me ha gustado es cuando domesticó a la rosa. El personaje que más extraño me ha parecido ha sido el hombre de negocios. Habitaba en el cuarto planeta. El hombre de negocios estaba todo el rato contando las estrellas, por eso me parece extraño.
Un saludo.

Tu amiga Jésica.


viernes

¿DÓNDE ESTÁ?

Han transcurrido ya seis años y es la primera vez que relato esta historia. Los camaradas que me encontraron se alegraron de verme vivo. Estaba muy triste, pero les decía: "Es la fatiga..."
Con el tiempo encontré algo de consuelo. Tengo la certeza de que regresó a su planeta, pues, al despuntar el día, no hallé su cuerpo. Por las noches me gusta oír las estrellas. Suenan como si fueran millones de cascabeles.
He aquí algo extraordinario. Olvidé agregar la corra de cuero al bozal que dibujé para el principito. No habrá podido colocársela nunca. Me pregunto: "¿Qué habrá sucedido en su planeta? Tal vez el cordero haya devorado a la flor..."
Muchas veces me respondo: "Seguramente no". El principito sabe cuidar a su rosa poniéndola todas las noches bajo un globo de vidrio, al tiempo que vigila celosamente a su cordero...Y así me siento feliz. Y todas las estrellas ríen dulcemente.
Otras veces pienso: "Sería suficiente distraerse tan sólo una noche..., y olvidarse del globo de vidrio..., en ese caso el cordero saldría cuidadosamente a fin de no ser escuchado, y comería la flor durante la noche...¡Los cascabeles de pronto se transforman en lágrimas!...
Es realmente un gran misterio. Para vosotros que seguramente amáis también a mi hombrecito, nada en el mundo sigue siendo igual si en algún lugar, no se sabe dónde, un cordero que no conocemos ha comido, sí o no, a una rosa...
-Levantad los ojos al cielo y preguntad: ¿el cordero, sí o no, ha comido a la flor? Y veréis como todo cambia...
Os aseguro que no hallaréis persona mayor alguna, que comprenda la importancia que ello tiene, para quienes hemos conocido al principito.

Para mí, es éste al mismo tiempo, el más bello y triste paisaje del mundo. El mismo que el que lo precede, pero lo repito para que lo miréis con atención. Es aquí donde el principito apareció en este planeta y es también aquí donde finalmente desapareció.
Repasad esta imagen como para estar bien seguros que habréis de reconocerlo, si viajáis algún día a África, en el desierto. Si pasáis por allí os suplico: tened la gentileza de esperar; no os apuréis, aguardad unos instantes, exactamente debajo de la estrella. Si veis que un niño se os aproxima, ríe, tiene cabellos color oro, si no responde a vuestras preguntas, ya sabréis de quién se trata. ¡Sed bien gentiles entonces! Escribidme sin vacilar un instante, contadme que el principito ha regresado...

jueves

NOVENA CARTA


Queridos amigos:
Nuestro viaje llega a su fin. Creo que me voy a sentir un poco triste... es normal cuando alguien te domestica corre el riesgo de tener que sufrir cuando te alejas. Me ha gustado mucho compartir con vosotros mi historia. Me alegro de que hayáis experimentado la sensación de ser domesticado y de domesticar. No perdáis nunca la capacidad de asombraros, de conocer a las personas, de ser niños...
Ahora que conocéis todo de mí, me gustaría saber qué ha sido lo que más os ha gustado y qué personaje os ha parecido más extraño y por qué. Espero vuestras cartas.
Un saludo muy fuerte.



El principito.

RESPUESTA A LA OCTAVA CARTA

Querido Principito:

El aviador se fue a tu planeta, al Asteroide B612.
Besitos.
Adiós.

David


Querido Principito:
Cuando el aviador se enteró, te fue a ver a tu planeta.
Un saludo.

Celia.
Querido Principito:
Pienso que arregló el avión y se fue con él.
Raúl.


Querido Principito:
Creo que el aviador consiguió arreglar el avión y se marchó para su país y siempre tendrá en su corazón tu historia.
Un beso.
Silvia.

Querido Principito:
Cuando te mordió la serpiente el aviador te vio y te llevó a un hospital. Cuando te recuperaste el aviador te llevó a su casa para cuidarte y darte de comer.
Un abrazo.
Víctor.

Querido Principito: 
el aviador consiguió arreglar su avión, y cuando estaba a punto de irse sentía que
tenia que hacer algo,entonces fue al asteroide B612  y el principito estaba allí entonces le absorbió es veneno y el principito quedó eternamente agradecido de su inolvidable amigo.
Un besazo.

Ángela

EL PRINCIPITO


miércoles

OCTAVA CARTA


Queridos amigos:
Sé que os habéis quedado un poco triste al leer mi relato de cómo regresé a mi planeta. Pero mi cuerpo era demasiado pesado para llevarlo en este viaje. Ya sabéis mi historia. Por qué echó de menos a mi zorro y al aviador que fue mi amigo. Pero no os apenéis tengo millones de fuentes que me dan cada noche de beber.
Me gustaría que imaginarais qué sucedió con el aviador. ¿Qué hizo después?
Un saludo muy fuerte, desde el asteroide B612, creo que me habéis domesticado...


El principito.

¿CAMINARÍAS CONMIGO HASTA UN POZO? ¿ES HORA DE PARTIR?

-Buenos días-dijo el principito.
-Buenos días-dijo el guardaagujas.
-¿Qué haces aquí?-preguntó el principito.
-Clasifico a los viajeros por grupos de mil-respondió el guardaagujas- Despacho los trenes que los trasladan, tanto hacia una dirección como hacia la otra.
Un rápido tren rugiendo como un trueno, hizo temblar la cabina.
-Llevan mucha prisa-dijo el principito- ¿Qué buscan?
-No lo sabe ni aún el que conduce la locomotora-afirmó el guardaagujas.
Otro tren rugió, pasando en sentido inverso al anterior.
-¿Ya regresan?-preguntó el principito.
-No son los mismos-dijo el guardaagujas- Es un cambio.
-¿No estaban contentos donde estaban?
-Nadie está nunca conforme donde está-dijo el guardaagujas, mientras rugía el tercer tren.
-¿Persiguen a los primeros viajeros?-preguntó intrigado el principito.
-No persiguen absolutamente nada-respondió el guardaagujas- Allí dentro bostezan o se quedan dormidos. Únicamente los niños aplastan sus narices contra los vidrios.
-Sólo los niños tienen claro lo que buscan-dijo el principito- Pierden el tiempo por una muñeca de trapo que termina transformándose en algo sumamente importante. Si se les quita la muñeca, comienzan a llorar...
-Tienen suerte-continuó el guardaagujas.


-Buenos días-saludó el principito.
-Buenos días-contestó el mercader.
Era un mercader de píldoras que quitan la sed. Se toma una por semana y no se siente más la necesidad de beber.
-¿Para qué vendes eso?-quiso averiguar el principito.
-Para economizar tiempo-dijo el mercader- Investigadores han podido calcular que se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
-¿Qué se hace con los minutos ahorrados?.
-Lo que se quiere...
"Yo, se dijo el principito, si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría muy suavemente hacia una fuente..."


Era ya el octavo día en medio del desierto, y había escuchado la historia del mercader, mientras bebía la última gota de agua que quedaba.
-¡Ah!-dije al principito- Tus recuerdos son bien lindos, pero todavía no he podido reparar mi avión, ya no queda nada para beber y también sería feliz si pudiera caminar muy suavemente hacia una fuente.
-Mi amigo el zorro...-me dijo.
-Mi pequeño hombrecito, ¡ya no se trata más del zorro!
-¿Por qué?-preguntó algo indignado el principito.
-Porque vamos a morir de sed...
Sin comprender mi explicación agregó:
-Es bueno haber tenido un amigo, aún si vamos a morir. Yo estoy muy contento de haber tenido un amigo zorro...
"No mide el peligro-me dije- Jamás tiene hambre ni sed... Un poco de sol le basta..."
Me miró y dijo como respondiendo a mis pensamientos:
-También tengo sed... Busquemos un pozo...
Tuve un gesto de cansancio: es absurdo buscar un pozo, al azar, en la inmensidad del desierto. Sin embargo, emprendimos la marcha.


Caminamos horas en silencio hasta que cayó la noche y las estrellas comenzaron a brillar. Las veía como en sueños, con un poco de fiebre, a causa de mi sed. Las palabras del principito danzaban en mi memoria:
-¿Tú también tienes sed?-pregunté.
No me respondió. Simplemente me dijo:
-El agua también puede ser buena para el corazón...
Me resultaba ciertamente complicado comprender su respuesta, pero como sabía que era mejor no interrogarlo, me callé...


Estaba fatigado. Se sentó y yo cerca de él. Luego de un silencio dijo:
-Las estrellas son bellas, por una flor que no se ve...
"Seguramente"-dije- Sin hablar, miré las ondulaciones de la arena bajo la luna.
-El desierto es bello-agregó.
Es verdad. Siempre he amado el desierto. Puede uno sentarse sobre un médano de arena. No se ve nada. No se oye nada. Y sin embargo, algo resplandece en el mágico silencio.
-Lo que embellece aún más al desierto-dijo el principito-, es que escode un pozo en cualquier parte, en el sitio menos esperado...
Comprendí de pronto el misterio del resplandor de la arena. Cuando era jovencito, vivía en una casa muy antigua y contaba la leyenda que allí había un tesoro escondido. Nadie pudo descubrirlo y quizá nadie lo haya buscado. Sin embargo, encantaba toda la casa. Mi casa guardaba un secreto en el fondo de su corazón...
-Sí-dije al principito-; se trate de la casa, de las estrellas o bien del desierto mismo, lo que indudablemente  los embellece es invisible.
-Así es como piensa mi zorro, me gusta que estés de acuerdo con él-dijo.
Tomé en mis brazos al principito que había quedado dormido, y proseguí la marcha. Estaba emocionado. Me parecía estar cargando un frágil tesoro. Me parecía también que no había nada más frágil sobre la Tierra. A la luz de la luna, miré su frente,  sus ojos cerrados, los cabellos dorados movidos por el viento, y me dije: "Lo que veo, aquí, es sólo una corteza. Lo más importante es invisible..."
Como sus labios entreabiertos esbozaran una suave sonrisa, me dije: "Lo que me emociona  tanto en este principito dormido es su fidelidad por una flor, es la imagen de una rosa que resplandece en él  como la llama de una lámpara, aún cuando duerme..." Y lo sentí más frágil todavía. Es  necesario proteger a las lámparas: un golpe de viento puede apagarlas...
Y así, caminando lentamente, descubrí el pozo al amanecer.



-Los hombres-dijo el principito- se encierran en los rápidos sin saber lo que buscan. Esto los agita y comienzan a dar vueltas... No vale la pena...
El pozo que habíamos hallado era bien extraño para un desierto, mas bien parecía el pozo de una aldea.
-Es raro-dije al principito- Todo está ya preparado: la roldana, el balde, la cuerda...
Rió, tocó la cuerda e hizo mover la roldana que gimió como una vieja veleta cuando el viento ha dormido mucho.
-¿Oyes?-preguntó el principito- Hemos despertado al pozo y pozo canta...
-Déjame a mí-le dije. Es demasiado pesado para ti.
Icé lentamente el balde hasta el brocal. Lo asenté bien. En mis oídos seguía cantando la roldana y en el agua, que temblaba aún, vi temblar el sol.
Tengo sed de esta agua-dijo el principito- Dame de beber...
Y comprendí lo que había buscado.
Levanté el balde hasta sus labios. Bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como una fiesta. El agua no era un alimento. Había nacido del caminar bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era bueno para el corazón, como un regalo. Cuando yo era pequeño, la luz del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas formaban todo el resplandor del regalo de Navidad que recibía.
-En tu tierra-dijo el principito-, los hombres cultivan cinco mil rosas en un mismo lugar...Y no encuentran lo que buscan...
-No lo encuentran...-dije.
-Y, sin embargo, lo que buscan podría encontrarse en una sola rosa o en un poco de agua...
-Seguramente-afirmé.
-Pero los ojos están ciegos. Es necesario buscar con el corazón.
Yo había bebido. Respiraba bien. La arena, al nacer el día, se mostraba color miel. Me sentía feliz también con ese color de miel. ¿Por qué habría de apenarme?
-Necesito que cumplas tu promesa-me dijo dulcemente el principito al tiempo que se sentaba cerca mío.
-¿Y cuál es esa promesa?
-Un bozal para mi cordero... ¡soy responsable de mi flor!
Tomé de mi bolsillo los bosquejos de dibujo. Al verlos, el principito rió y dijo;
-Tus baobabs son bien parecidos a los repollos...
-¡Oh! ¡Estaba muy orgulloso de ellos!
-Tu zorro... las orejas...parecen cuernos...¡y son demasiado largas!-dijo todavía riendo.
-Eres injusto, hombrecito; yo no sabía dibujar más que boas abiertas y cerradas.
-¡Oh, está bien!-dijo- Los niños saben.
Dibujé como pude un bozal y sentí una opresión en mi corazón al dárselo.
-Veo que tienes proyectos que desconozco...
Me dijo:
-Sabes, mi caída sobre la Tierra... mañana será el aniversario...
Luego de un silencio:
-Caí muy cerca de aquí-dijo y se sonrojó.
Y de nuevo, sin comprender por qué, sentí un extraño pesar.
-Entonces, no te paseabas por casualidad la mañana que te conocí, hace ocho días, así, solo, a mil millas de toda región habitada. ¿Volvías hacia el punto de tu caída?
El principito enrojeció otra vez y dije vacilando;
-¿Quizá por el aniversario...?
Nuevamente enrojeció el principito. Nunca respondía a las preguntas pero... cuando uno se enrojece significa "sí", ¿no es cierto?
-¡Ah!-le dije- Temo...
-Ahora debes continuar tu trabajo-dijo interrumpiéndome- Debes volver a tu avión. Aquí te esperaré. Regresa mañana por la tarde...
No me quedaba tranquilo. Me acordaba del zorro. Si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco...

A un lado del pozo, se levantaba una ruina de un viejo muro pedroso. Mientras trabajaba al día siguiente, podía distinguir a lo lejos al hombrecito sentado allí arriba, con sus piernas colgando. Pude oír que hablaba:
-¿No lo recuerdas?-decía- ¡No es exactamente aquí!
Deduzco que una voz le respondió, pues el principito contestó:
-¡Sí! ¡Sí! Es el día, pero estoy seguro que el lugar no es éste...
Emprendí mi vuelta hacia el muro. No veía ni oía a nadie. El principito nuevamente dijo:
-...Seguro. Te fijarás en qué lugar comienza mi huella en la arena. Espérame allí esta misma noche.
A veinte metros del muro y todavía no veía a nadie con quien el principito pudiera seguir hablando...
Agregó todavía:
-¿Dará buen resultado tu veneno? No sufriré por mucho, ¿verdad?
Con el corazón oprimido me detuve sin comprender.
-Márchate ahora...-dijo- ¡Quisiera descender!
Bajé la mirada hacia el pie del muro y... ¡di un salto! Inclinada hacia el principito, amenazaba una de esas serpientes amarillas que os matan en treinta segundos. Corría mientras buscaba mi revólver, pero al oír el ruido, la serpiente se deslizó por dentro de la arena hasta desaparecer como un chorro de agua que muere.
Llegué al muro en el instante indicado como para recibir al principito en mis brazos, quien se hallaba pálido como la nieve.
-¿De qué se trata esta historia? Ignoraba que hablaras con serpientes.
Mojé sus sienes, le di de beber y aflojé su eterna bufanda de oro. No me atreví a preguntar nada. Mirándome gravemente, rodeó mi cuello con sus pequeños brazos. Su corazón latía como el de un pájaro que muere, herido por una carabina. Me dijo:
-Me alegra mucho que hayas dado con el desperfecto de tu máquina. Podrás regresar a tu casa...
-¿Cómo lo sabes?
Justamente, era lo que venía a comunicarle. Contra toda esperanza, finalmente mi trabajo tuvo éxito.
Sin responder a mi pregunta agregó:
-También yo hoy vuelvo a casa...
Algo triste prosiguió:
-Es mucho más lejos, es más difícil...
Lo abracé contra mi pecho como a un niño y parecía escurrirse hacia un oscuro abismo sin poder hacer nada por retenerlo...
-¡Ah! ¿Sabes? Tengo tu cordero, su caja y también su bozal...
Sonrió con melancolía.
-Has tenido miedo, hombrecito.
Sin duda que lo había tenido.
-Esta noche tendré mucho más...
Un frío helado recorrió mi cuerpo por la certeza de lo irreparable. No soportaría la idea de no escuchar nunca más la música de su risa. Era para mí como una fuente en el desierto.
-Hombrecito... quiero escuchar tu risa otra vez...
Me dijo:
-Esta noche se cumplirá un año. Mi estrella estará exactamente sobre el mismo sitio donde caí el año pasado...
-Dime que es una pesadilla la historia de la serpiente, la cita y la estrella...
No respondió y dijo:
-No se ve lo que es importante...
-Seguro que no...
-Es como una flor. Si la flor que amas se encuentra en una estrella, da alegría mirar el cielo por la noche. Es como si todas las estrellas florecieran.
-Seguramente...
-Como el agua, la que me has dado... Era como una música, ¿recuerdas? Era dulce...
-Seguramente.
-Mirarás por la noche las estrellas. No sabrás exactamente cuál es la mía pues mi casa es demasiado pequeña. Pero será mejor así. Para tí mi estrella será alguna de todas ellas; te agradará mirarlas y todas serán tus amigas. Luego te haré un regalo...
Rió nuevamente.
-¡Ah! ¡cómo me gusta oír tu risa!
-Precisamente, será mi regalo... será como el agua...
-No comprendo.
-Las estrellas no significan lo mismo para todas las personas. Para algunos viajeros son guías. Para otros no son más que lucecitas. Para los sabios son problemas. Para mi hombre de negocios eran oro. Ninguna de esas estrellas habla. En cambio tú..., tendrás estrellas como ninguno ha tenido.
-¿Qué intentas decirme?
-Por las noches tú mirarás el cielo. Como yo habitaré y reiré en una de ellas, será para tí como si rieran todas las estrellas. Tú poseerás estrellas que saben reír.
Volvió a reír.
-Cuando hayas encontrado consuelo (siempre se encuentra), te alegrarás por haberme conocido. Siempre seremos amigos. Sentirás el deseo de reír conmigo. Y abrirás, a veces,  tu ventana, así... por placer... Y tus amigos se asombrarán al verte reír mirando el cielo. Les dirás: "Sí, las estrellas siempre me hacen reír". Y ellos te creerán loco. Te habré hecho una muy mala jugada...
Volvió a reír:
-Será como si te hubiera dado en lugar de estrellas...un montón de cascabelitos que saben reír...
Rió nuevamente. Después se puso serio.
-Esta noche... sabes?... no vengas.
-No me separaré de ti.
-Parecerá que sufro... Parecerá un poco que me muero.  Es asi. No vengas a verlo, no vale la pena...
-No me separaré de ti.
Estaba inquieto.
-Te digo esto también por la serpiente. Ella no debe morderte... las serpientes son malas, muerden muchas veces por placer...
-Hombrecito..., no me separaré de ti.
Algo pareció tranquilizarlo:
-Es cierto que no tienen veneno en la segunda mordedura...
Esa noche no lo vi marcharse. Se evadió sin ruido.
Cuando logré alcanzarlo, caminaba decidido, con paso rápido. Me dijo:-¡Ah! Estás ahí...
Me tomó de la mano pero siguió atormentándose:
-Has hecho mal. Sufrirás. Parecerá que he muerto y no será verdad...
Yo callaba.
-Comprende que es demasiado lejos. No puedo llevar mi pesado cuerpo allí.
Yo seguía sin hablar.
-Pero será como una vieja corteza abandonada. No son tristes las viejas cortezas, ¿verdad?
-Yo callaba.
Hacía esfuerzos para no descorazonarse:
-¿Sabes?, será agradable. Yo también miraré las estrellas. Todas las estrellas serán pozos con una roldana enmohecida. Todas las estrellas me darán de beber...
-Yo continuaba en silencio.
-¡Será tan divertido! Tendrás quinientos millones de cascabeles y tendré quinientos millones de fuentes...
Pero también calló, porque lloraba...
Mira, es allá. Déjame avanzar un paso, solo.
Se sentó porque tenía miedo.
Dijo:
-¿Sabes?... mi flor.. soy responsable. ¡Ella es tan débil! Y ¡tan ingenua! Tiene cuatro espinas insignificantes para protegerse contra el mundo...
Me senté porque ya no me era posible mantenerme de pie.
El principito dijo:
-Bien... es todo...
Vaciló un instante, al cabo del cual se levantó. Dio un paso. Yo no podía moverme.
No hubo nada más que un relámpago amarillo cerca de su tobillo. Quedó inmóvil un instante. No gritó. Cayó suavemente como cae un árbol. En la arena, ni siquiera hizo ruido.

RESPUESTAS A LA SÉPTIMA CARTA

Querido Principito:
Creo que sí me han domesticado, mi amiga Celia porque me quiere mucho, me respeta y jugamos siempre. Creo que lo esencial es invisible a los ojos, eso significa que a las personas no se les mira con los ojos sino con el corazón.
Un beso.

Silvia.


Querido Principito:
Creo que mucha gente me ha domesticado: mis amigas, mis amigos, mi familia y también creo que es muy importante primero conocer a las personas.
Un besito.

Ángela.


martes

SÉPTIMA CARTA


Queridos amigos:
Ya sabéis cómo conocí a mi querido zorro y por qué es tan importante para mi...Me ha domesticado y yo le he domesticado. Me ha enseñado que lo importante, casi siempre está oculto y solo se ve con el corazón. ¿Alguien os ha domesticado? ¿Pensáis que lo esencial es invisible a los ojos?
Un saludo.


El principito.

¿QUÉ SIGNIFICA DOMESTICAR?

Apareció entonces el zorro;
-Buenos días-saludó el zorro.
-Buenos días-contestó amablemente el principito que al darse vuelta en dirección a la voz no vio a nadie.
-Si me buscas, aquí estoy-aclaró el zorro- debajo del manzano...
-Pero..., ¿quién eres tú?-preguntó el principito- Eres muy hermoso...
-Soy un zorro-dijo el zorro.
-Acércate..., ven a jugar conmigo-propuso el principito- ¡Estoy tan triste!...
-¿Jugar contigo? No..., no puedo-dijo el zorro- Aún no estoy domesticado.
-¡Ah! Perdón-se excusó el principito.
Interrogó, luego de meditar un instante:
-¿Has dicho "domesticar"? ¿Qué significa "domesticar"?
-Tú no eres de aquí-afirmó el zorro- ¿Puedes decirme qué es lo que buscas?
-Busco a los hombres-respondió el principito- Dime, ¿qué significa "domesticar"?
-Los hombres-intentó explicar el zorro- poseen fusiles y cazan. Eso es bien molesto. Crian también gallinas; es su único interés. ¿Buscas gallinas?
-No-dijo el principito- Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"?
-¡Ah!..., es una cosa muy olvidada-respondió el zorro- Significa "crear lazos".
-¿Crear lazos?-preguntó el principito.
-Así es-confirmó el zorro- Tú para mí, no eres más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para tí más que un zorro parecido a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para tí único en el mundo...
-Creo que empiezo a entender-dijo el principito- Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
-Es probable-contestó el zorro- ¡En la Tierra se ve todo tipo de cosas...!
-¡Oh! No es en la Tierra-se apresuró a decir el principito.
El zorro se quedó no menos que intrigado.
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
- No los hay.
-Me está resultando muy interesante. ¿Hay gallinas?
-No.
-No existe nada que sea perfecto-dijo el zorro suspirando.
Luego prosiguió:
-Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Francamente me aburro un poco. Pero si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será bien diferente a todos los demás. Los otros pasos me hacen  esconderme bajo la tierra. El tuyo  me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá,  los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan a nada. ¡Es  bien triste! Pero tú tienes cabellos de color oro. Cuando me hayas  domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado me recordará a ti. Y amaré el sonido del viento en el trigo...
El zorro calló y miró largo tiempo al principito.
-¡Por favor... domestícame!-suplicó.
-Lo haría, pero... no dispongo de mucho tiempo-contestó el principito. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen las cosas que se domestican-afirmó el zorro. Los hombres ya no tienen tiempo. Compran a los mercaderes cosas ya hechas. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si realmente deseas un amigo, ¡domestícame!
-¿Qué es lo que debo hacer?-preguntó el principito.
-Hay que ser muy paciente-respondió el zorro- Te sentarás al principio un poco lejos de mi, así en la hierba. Te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
Al  día siguiente el principito volvió:
-Hubiese sido mejor venir  a la misma hora-dijo el zorro- Si  vienes, por ejemplo,  a las cuatro de la tarde, comenzaré a estar feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora más feliz me sentiré. A las cuatro estaré agitado e inquieto; ¡Descubriré el precio de la felicidad!Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito?-preguntó el principito.
-Es también de algo bastante olvidado-contestó el zorro- Es lo que hace que un día se diferencie de los otros días: una hora, de las otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo,  hay un rito. El jueves bailan con las muchachas del pueblo. Para mí el jueves es un maravilloso día, ya que paseo hasta la viña. Si los cazadores no tuvieran un día fijo para su baile, todos los días serían iguales y yo no tendría vacaciones.
Fue así como el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:
-¡Ah!...-dijo el zorro- Voy a llorar.
-Tuya es la culpa-dijo el principito- No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara...
-Sí-dijo el zorro.
-¡Pero vas a llorar!
-Sí-confirmó el zorro.
-Entonces no ganas nada.
-Gano-dijo el zorro-, por el color del trigo.
Luego agregó:
-Ve y mira nuevamente las rosas. Comprenderás que tu rosa es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.
Se dirigió el principito nuevamente a la rosas:
-En absoluto os parecéis a mi rosa: no sois nada aún -les dijo-.  Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sintieron bien molestas.
-Sois bellas, pero aún estáis vacías-agregó todavía- Nadie puede morir por vosotras. Es probable que una persona común crea que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado, a quien he puesto bajo un globo; es la rosa que abrigué con el biombo. Ella es la rosa cuyas orugas maté (excepto unas pocas que se hicieron mariposas). Ella es a quien escuché quejarse, alabarse y aún algunas veces, callarse. Ella es mi rosa...
Y volvió hacia el zorro:
-Adiós-dijo.
-Adiós-dijo el zorro- Mi secreto es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos-repitió el principito a fin de acordarse.
-El tiempo que perdiste por tu rosa, es lo que hace que ella sea tan importante para ti.
-El tiempo que perdí por mi rosa...-repitió el principito para no olvidar.
-Los hombres han olvidado esta verdad-dijo el zorro- Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
-Soy responsable de mi rosa...-dijo en voz alta el principito a fin de recordar...












RESPUESTAS A LA SEXTA CARTA

Querido Principito:
Creo que fue tan importante para ti conocer al zorro porque descubriste que los animales hablaban.
Creo que sí te volviste a encontrar con la serpiente y te llevó a su casa para que descansaras.
Hasta la próxima.

Silvia.

Querido Principito:
Creo que fue importante conocer al zorro porque te guió por los bosques y te ayudó.
Volviste a encontrarte con la serpiente y os hicisteis amigos.
Un saludo.

Raúl.


Querido Principito:
Yo pienso que fue importante ser amigo del zorro porque te trajo tu flor a la Tierra.
Te encontraste otra vez con la serpiente y la serpiente cuando te vio te abrazó y te dio comida para tu rosa.
Un saludo.

Celia.

Querido Principito:
Te encontraste con el zorro y te pensaste que te iba a comer, pero no, te hiciste amigo de él.
La segunda vez que te encontraste con la serpiente le fuiste a llevar comida y la serpiente te l agradeció.
Hasta la siguiente carta.

David.


Querido Principito:
El zorro fue tu mejor amigo porque te llevó hasta tu flor y la serpiente te dio comida para el viaje.
Un saludo.

Víctor.


Querido Principito:
Creo que fue tan importante conocer al zorro porque fue amable y generoso. Creo que te encontraste con la serpiente y os fuisteis juntos a buscar al zorro.
Un saludo.

Jésica.


Querido Principito:
Par ti fue muy importante conocer al zorro porque te ayudó mucho en todo y estoy segura de que te encontraste a otra vez a la serpiente porque necesitaba ayuda, tenía hambre y sed.
Un saludo.

Ángela.





LAS SERPIENTES Y LOS ZORROS


Las serpientes en el desierto.




La vida del zorro.

lunes

RESPUESTAS A LA QUINTA CARTA

Querido Principito:
Me imagino que te encontraste con un señor que iba a echarle de comer al ganado.
Un saludo.

Jésica.


Querido Principito:
Creo que cuando llegaste a la Tierra te encontraste con un pescadero.
Un saludo.

Silvia.



Querido Principito:
Al llegar a la Tierra creo que te encontraste con un león.
Hasta la próxima carta.

Tu amigo, David.




Querido Principito:
Cuando fuiste a la Tierra te encontraste con un gato subido en un árbol, le pediste que bajara y él bajó y quiso estar contigo.

Un beso.

Víctor.


Querido Principito:
Creo que tú te encontraste con un viejo baobab que te estaba esperando para decirte algo, creo que te quería pedir perdón. En cuanto lo haga, no dudes en llamarme.

Un abrazo.

Ángela.


Querido Principito:
Al llegar a la Tierra te encontraste con una Principita y os casasteis y viviréis para siempre en la Tierra. Espero que te encuentres con más gente y con más animales.
Besos.

Raúl.


Querido Principito:
Cuando llegaste a la Tierra y aterrizaste, te encontraste con una pequeña flor que estaba junto a la charca.
Un saludo.


Celia.



Querido Principito:
Al llegar a la Tierra  creo que te encontraste con un camello.

Un saludo.


Erika.




Querido Principito:
Al llegar a la Tierra creo que te encontraste con un tigre.
Un saludo.

Francisco.

SEXTA CARTA


Queridos amigos:
Conocí a muchos habitantes de vuestro planeta, cada uno con sus particularidades...A estas alturas sabréis que el primer habitante de la Tierra con el que me encontré fue con la serpiente. Dentro de poco conoceréis a mi amigo el zorro, ¡ay! ¡cuánto le echo de menos...! ¿Sabéis por qué fue tan importante conocer al zorro? ¿Creéis  que me volví a encontrar con la serpiente en este gran desierto? Si así fue, ¿cómo os imagináis mi segundo encuentro con la serpiente? Espero vuestras cartas.
Un saludo.


El principito.

CURIOSO EL PLANETA TIERRA...

Una vez en la Tierra, el principito quedó sorprendido al no ver a nadie. Pensaba para sí haberse equivocado de planeta cuando de pronto, fue sorprendido por un anillo color  de luna que se revolvía en la arena.
-Buenas noches-dijo el principito.
-Buenas noches-contestó la serpiente.
-¿Puedes decirme en qué planeta me encuentro?-interrogó el principito.
-En la Tierra, exactamente en África-respondió amablemente la serpiente.
-¡Ah!... ¿Está despoblado el planeta?
-Ocurre que has caído justo en el desierto. Es común que en los desiertos no haya nadie. Pero, la Tierra es grande...-dijo la serpiente.
Sentándose sobre una piedra, el principito levantó su mirada hacia el cielo:
-Me pregunto -dijo- si las estrellas están encendidas a fin de que cada uno pueda encontrar la suya algún día.  Mira mi planeta.  Está justo sobre nosotros... Pero, ¡qué lejos está...!
-¡Qué hermoso es!-exclamó la serpiente-, ¿qué haces por aquí?
-Estoy algo enfadado con una flor-dijo el principito.
-¡Ah!, comprendo...-dijo la serpiente.
Y se quedaron en silencio.
-¿Dónde están los hombres?-quiso averiguar el principito- Se está un poco solo en el desierto...
-Con los hombres también se está solo -dijo la serpiente.
Después de mirar largo tiempo a la serpiente:
-Eres un animal raro-dijo el principito. Delgado como un dedo...
-Pero soy más poderoso que el dedo de un rey-respondió con cierto orgullo la serpiente.
-No eres muy poderoso...Ni siquiera tienes patas...., no puedes viajar...
-Puedo llevarte más lejos  que un navío-agregó sorprendiendo al principito, mientras se enroscaba alrededor de su tobillo.
-A quien toco, lo vuelvo a la tierra de donde salió. Pero tú pareces diferente..., eres puro y vienes de una estrella...
El principito nada decía.
-Me das lástima, tú, tan débil, sobre esta tierra de granito. Puedo ayudarte si algún día extrañas demasiado a tu planeta. Puedo....
-¡Oh! ¡Claro que sí! Te he comprendido muy bien-dijo el principito- Sólo una cosa... ¿por qué hablas siempre con enigmas?
-Yo los resuelvo todos-contestó presurosa la serpiente.
Y se quedaron en silencio.





El principito atravesó el desierto y no encontró más que una flor. Apenas si tenía tres pétalos...
-Buenos días-saludó cortesmente el principito.
-Buenos días-contestó la flor.
-¿Dónde están los hombres?-preguntó el principito.
Alguna vez la flor había visto pasar una caravana..., una en toda su vida.
-¿Los hombres? Creo que existen  seis o siete. Los he visto hace muchos años y nunca se sabe donde encontrarlos. El viento los lleva. No tienen raíces. Les molesta mucho no tenerlas.
-Adiós-dijo  el principito.
-Adiós-dijo la flor.

El principito subió a una alta montaña. Las únicas montañas que  había conocido eran los tres volcanes que le llegaban a la rodilla. El volcán apagado lo utilizaba como taburete.
Se dijo: "Desde una montaña tan alta como ésta, seguro que veré de un sólo golpe el planeta con todos sus habitantes..." Sólo vio puntas de rocas bien afiladas.
-Buenos días-dijo al azar el principito.
-Buenos días... Buenos días... Buenos días...-respondió el eco.
-¡Quién eres?-preguntó interesado el principito.
-Quién eres... quién eres... quién eres...-respondió el eco.
-Sed mis amigos... estoy solo-dijo el principito.
-Estoy solo... estoy solo... estoy solo-prosiguió el eco.
¡Qué planeta tan raro!-pensó para sí el principito- Es seco, puntiagudo y salado. Los hombres no tienen imaginación. repiten y repiten todo lo que escuchan... En  mi casa tenía una flor y siempre era la primera en hablar...


Pero sucedió que el principito, habiendo caminado largo tiempo a través de arenas, de rocas y de nieves, descubrió al fin una ruta. Y todas las rutas van hacia la morada de los hombres.
-Buenos días-esbozó el principito.
Era un jardín lleno de rosas.
-Buenos días-respondieron al saludo las rosas.
El principito las observó detenidamente..., todas eran semejantes a su flor.
-¿Quiénes sois?-preguntó sorprendido el principito.
-Somos rosas-contestaron las rosas.
-¡Ah!-exclamó el principito.
Y se sintió muy desdichado. Su flor le había contado que era  la única de su especie  en el universo. Y he aquí que había cinco mil, todas semejantes, en un solo jardín.
"Se sentiría seguramente avergonzada si viera esto, se dijo; tosería un buen rato y simularía morir a fin de evitar el ridículo. Yo debería aparentar protegerla, pues para humillarme aún más, llegaría hasta el extremo de dejarse morir..."
Luego, se dijo aún:"Me creía rico al poseer una flor única en su especie, y no se trata más que de un ejemplar ordinario. La rosa y mis tres volcanes que no pasan de mis rodillas, de los cuales uno está apagado para siempre. Verdaderamente, no soy un gran príncipe...". Y tendido sobre la hierba, lloró.

domingo

QUINTA CARTA


Queridos amigos:
Dentro de poco sabréis lo que me sucedió a mi llegada a la tierra. Pero juguemos con los enigmas. ¿Con quién creéis que me encontré al llegar a la tierra? Espero vuestras respuestas.
Un saludo.


El principito.

¿EN TU PLANETA HAY FAROLES?

El quinto planeta era algo extraño y el más pequeño de todos. Apenas había espacio para albergar a un farol y a un farolero. Era incomprensible para el principito, qué utilidad tendrían en algún lugar del cielo, en un planeta casi deshabitado, un farol y un farolero.
Dijo para sí: Tal vez este hombre es absurdo. Pero seguramente lo es menos que el rey, el vanidoso, el hombre de negocios y el borracho. Por lo menos su trabajo tiene sentido. Al encender su farol, es como si hiciera nacer a una estrella más, o a una flor. Cuando apaga el farol, hace dormir a la flor o a la estrella. Su trabajo es bonito, y por ello útil.
Al llegar al planeta, saludó con respeto al farolero:
-Buenos días. ¿Por qué apagas el farol?
-Es la consigna-contestó el farolero- Buenos días.
-¿Qué es la consigna?
-Apagar el farol. Buenas noches.
Y volvió a encenderlo.
-Pero, ¿y ahora por qué acabas de encenderlo nuevamente?
-Es la consigna-respondió el farolero.
-No te comprendo-le dijo el principito.
-No es necesario comprender nada. La consigna es la consigna. Buenos días.-dijo el farolero, apagó el farol y secó su frente con un pañuelo a cuadros rojos.
-Mi oficio es terrible. Al principio era más razonable. Apagaba el farol por la mañana y lo encendía por la noche. El resto del día lo utilizaba para descansar y el resto de la noche para dormir...
-¿Después la consigna cambió?-interrogó el principito.
-La consigna no ha cambiado-respondió el farolero- ¡Ese es el problema! 
Año tras año el planeta gira más velozmente y la consigna no ha cambiado.
-¿Entonces?-dijo el principito.
-Al producirse ahora una vuelta por minuto, no tengo ni un segundo para descansar. Enciendo y apago el farol una vez por minuto.
-¡Qué raro! ¡En este planeta los días duran tan sólo  un minuto!
-Nada tiene de raro. Hace ya un mes que estamos juntos-dijo el farolero.
-¿Un mes?
-Exacto. Treinta minutos. ¡Treinta días! Buenas noches.
Volvió a encender el farol.
El principito lo observaba atentamente y le agradaba que el farolero fuera tan fiel a la consigna. Le hizo recordar las puestas de sol que en otros tiempos había perseguido con sólo mover su silla unos pasos. Sintió el deseo de ayudar a su amigo.
-¿Sabes?..., conozco la manera en que puedas descansar cuando así lo necesites...
-Siempre quiero descansar-dijo el farolero.
Se puede ser a la vez fiel y perezoso. El principito prosiguió:
-Tu planeta es tan pequeño que puedes recorrerlo en un abrir y cerrar de ojos. Con sólo caminar lentamente, quedarás siempre al sol. Cuando quieras descansar, deberás caminar y de esta forma el día, durará el tiempo que tú quieras.
-No es gran cosa lo que adelanto con eso. Lo que más me gusta en la vida, es dormir-confesó el farolero.
-Es no tener suerte-dijo el principito.
-Es no tener suerte-dijo el farolero. Buenos días.
Y apagó el farol.
Mientras proseguía su viaje se dijo el principito: "éste, sería despreciado por todos los otros, por el rey, el vanidoso, el borracho, el hombre de negocios. Por el contrario a mí, es el único que no me parece ridículo. Tal vez sea por ocuparse de una cosa ajena a si mismo".
Suspiró con nostalgia y prosiguió:
"Este es el único del que podría haberme hecho amigo. Pero su planeta es realmente tan pequeño que no hay lugar para los dos...".
El principito no osaba confesarse que añoraba a ese bendito planeta, sobre todo por las mil cuatrocientas cuarenta puestas de sol, ¡cada veinticuatro horas!.





El sexto planeta contaba con grandes dimensiones. Vivía allí un Anciano que se dedicaba a escribir enormes libros.
-¡He aquí un explorador!-exclamó al ver al principito.
El principito sentado sobre la mesa, resopló de cansancio. ¡Había viajado mucho!
-¿De dónde vienes?-preguntó el Anciano.
-¿Qué es este libro tan gordo?-interrogó el principito- ¿Qué es lo que haces aquí?
-Soy geógrafo-dijo el Anciano.
-¿Qué es ser un geógrafo?
-Es un sabio conocedor de los mares, ríos, ciudades, montañas y desiertos.
-Eso es interesante-dijo el principito- ¡Al fin un  verdadero oficio! Miró a su alrededor; no había visto todavía un planeta tan majestuoso.
-Es realmente hermoso vuestro planeta. ¿Tiene océanos?
-No puedo saberlo-contestó el geógrafo.
-¡Ah!-exclamó el principito decepcionado- ¿Tiene montañas?
-Tampoco puedo saberlo-dijo el geógrafo.
-¿Ciudades, ríos y desiertos?
-¿Y cómo podría saberlo?
-¿Pero acaso no eres geógrafo?-preguntó disconforme el principito.
-Dije que era geógrafo, no explorador. No poseo exploradores y no soy yo quien deba realizar el cómputo de las ciudades, los ríos, montañas, mares, océanos y desiertos. El geógrafo es lo suficientemente importante como para caminar por ahí. Nunca debe abandonar su despacho. Debe interrogar a sus exploradores y tomar nota de sus observaciones. Y si alguna de ellas le parece  interesante, debe preguntarse sobre la moralidad del explorador.
-¿Por qué?
-Porque si un explorador mintiera podría causar todo tipo de catástrofes en los libros de geografía. Lo mismo un explorador que bebiera demasiado.
-¿Por qué?-preguntó nuevamente el principito.
-Pues los ebrios ven doble, de modo que vería dos montañas en el lugar donde sólo hay una.
-¡Ah, sí! Conozco a alguien-dijo el principito- que no sería un buen explorador.
-Es posible. De manera que, cuando la moral del explorador es intachable, se realiza una encuesta en relación a su descubrimiento.
-¿Se va a ver?-preguntó el principito.
-No. Eso sería demasiado complicado. Sólo se exige al explorador que presente pruebas. Si por ejemplo el descubrimiento es de una gran montaña, se le pide que traiga grandes piedras.
El geógrafo se mostró repentinamente emocionado:
-Pero tú, ¡tu vienes de lejos! ¡Eres un explorador! ¡Podrías describirme tu planeta!
Sin perder tiempo, el geógrafo abrió su gigantesco registro y afinó la punta de su lápiz. Los relatos se toman en lápiz al principio. Se transcriben en tinta en el momento en el que el explorador suministra las pruebas correspondientes.
-¿Decías?-interrogó el geógrafo.
-¡Oh!, verás...-dijo el principito-, mi planeta es poco interesante; es demasiado pequeño. Tengo tres volcanes de los cuales uno se extinguió. Pero nunca se sabe...
-Nunca se sabe-repitió el geógrafo.
-Tengo también una flor.
-Las flores no son tenidas en cuenta, no las anotamos-dijo el geógrafo.
-¿Por qué? ¡Si son lo más lindo!-exclamó el principito entre irritado y asombrado.
-La razón es que toda flor es efímera.
-¿Qué quiere decir "efímera"?
-Las geografías-dijo el geógrafo son los libros más valiosos de todos los libros. Jamás pasan de moda. Es raro, por no decir imposible que una montaña cambie de lugar. También sería cosa extraña que un océano perdiera su agua. Lo que escribimos son aquéllas cosas eternas.
-Sin embargo, los volcanes extinguidos pueden despertar-interrumpió el principito- Qué significa "efímera".
-Para nuestros registros, que un volcán esté extinguido o en actividad, es lo mismo. Lo que cuenta es la montaña misma y eso no cambia.
-¿Qué significa "efímera"?-interroga nuevamente el principito, que como sabemos, en su vida había renunciado jamás a una pregunta una vez formulada.
-Significa que se encuentra en permanente amenaza de desaparición. Que algún día deja de existir.
-¿Acaso mi flor está amenazada por una próxima desaparición?-preguntó entristecido el principito.
-Seguramente.
¡Mi flor es efímera-pensó el principito-, y sólo tiene cuatro espinas que intentan defenderla contra el mundo entero! ¡Y la he dejado completamente sola en mi casa!
A pesar de la nostalgia, tomó coraje y preguntó:
-¿Qué me aconsejáis que vaya a visitar?
-El planeta Tierra. Su reputación es buena...
Partió así el principito... pensando en su flor.


La Tierra ha sido el séptimo planeta visitado por el principito.
La Tierra no es, por cierto, un planeta cualquiera. La cantidad de reyes que allí se cuentan es de ciento once (incluyendo a los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, trescientos once millones de vanidosos, siete millones y medio de ebrios, es decir, aproximadamente dos mil millones de personas mayores.
Para tener una idea de la grandeza de la Tierra, os contaré que cuando la electricidad aún no existía, se hacía imprescindible la labor de cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros, que proveyeran de luz a seis continentes.
El desplazamiento y movimiento de este gran ejército de faroleros, se veía a la distancia como los de un ballet de ópera. Quienes cubrían el primer turno eran los faroleros de Nueva Zelanda y Australia. Encendían los faroles y se iban a dormir. Le seguían los faroleros de China y Siberia. Era el turno luego de Rusia y de las Indias. Le sucedían los de África y Europa. Tras ellos los de América del Sur, más tarde América del Norte. Jamás equivocaban este orden. Era verdaderamente una escena espléndida.
Quienes llevaban una vida poco divertida, eran el farolero del único farol del Polo Norte y su colega del único farol del Polo Sur, ya que la frecuencia con que encendían sus faroles, era tan sólo de dos veces al año.


Sugiero que no he sido preciso al hablar de los faroleros. Puedo correr el riesgo de ofrecer a quienes no lo conocen, una idea equivocada acerca de nuestro planeta. En verdad, de todo el espacio habitable de la Tierra, los hombres ocupan poco espacio. Imaginaos que si los dos mil millones de hombres que habitan la Tierra, permanecieran de pie y algo apretados, entrarían tranquilamente en una plaza pública de veinte millas de largo por veinte de ancho. La humanidad entera podría alojarse en la islita más pequeña del Pacífico.
Seguro que las personas mayores no harían caso de ello. Se sienten tan importantes que se ven ocupando mucho lugar como los baobabs. Les podríais aconsejar hacer el cálculo, ya que tanto gustan de las cifras, pero me temo que sería una gran pérdida de tiempo. Confiad en mí.